Sobre una pintura de Picasso, «el sueño»

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Christie's subasto el cuadro de picaso, el sueño, por una cantidad de dinero que luego se incrementaría

A mediados de noviembre de 1997, la casa de subastas Christie’s puso en oferta uno de los cuadros más populares de Pablo Picasso, el retrato que hizo de su amante Marie Therese Walter, y al cual tituló, «el sueño», en él aparece la atractiva joven, sentada en un sillón rojo grana con sus brazos desnudos apoyados lánguidamente sobre el regazo.

La cabeza de Marie Therese, está inclinada hacia el lado derecho y su rostro con ojos cerrados y provocativos labios, refleja una sensual placidez. Alrededor de su cuello descubierto puede verse un collar, cuyas cuentas forman una grácil curva, cuyo borde roza al de una blusa que no llega a cubrir del todo su seno izquierdo, ademas de las redondeadas morbideces de su torso y brazos.

Esta obra pertenece al período medio, -1932- del artista, y muchos consideran a esa obra maestra el equivalente de una mona lisa del siglo XX, lo que posiblemente ignoran los admiradores de esa genial pintura al óleo, -que en la subasta mencionada al inicio, devengo más de 30 millones de dólares- es que, dentro de la absoluta maestría de su dedicadamente sensual composición, el irreprimible genio español, insertó una serie de turbadores códigos eróticos.

Viendo la obra de «el sueño», desde otro punto de vista

Si el cuadro que picasso título «el sueño», se ha convertido en el icono por excelencia del arte occidental del siglo XX, ello se debe, no soló a la placida belleza de la imagen, la magia de sus colores y la armonía de su magistral composición. Sino que al crear ese retrato de Marie Therese Walter, escogió además, exteriorizar, a través de códigos ocultos su devoradora pasión sexual por la escultural rubia.

Para un observador casual se trata solamente de una demostración más, de que el genio de picasso podía alternar entre la dislocada crudeza de algunos de sus cuadros, y esa serena belleza de «el sueño».

Pero si uno se detiene a estudiar esa pintura, lo primero que nota, es como el artista al dividir el rostro de Marie Therese, en su ya clásico recurso de dos perfiles que se complementan, pero al mismo tiempo divididos por una delgada área oscura, hizo algo insólito.

Creó al mismo tiempo una perfecta semblanza de los libidos glúteos de Marie Therese, pero eso no es todo, formando parte de él mismo diseñó, el área del borde lateral de ese glúteo adquiere la semblanza de un miembro viril, sin afectar o distorsionar de manera alguna la serena placidez del rostro femenino.

Allí no se detiene el ingenio metamórfico de Picasso, y si la mirada de un observador se desliza desde ese turbador golpe de efecto en las facciones de Marie Therese, hacia el regazo donde ella entrecruza sus dedos, contemplara otros simbolismo erótico picassiano, que esas manos forman un inequívoco triángulo de venus.

Pero la estética visual de «el sueño», no es de lo que queremos hablar

Existen otros códigos sensuales en esa obra maestra que es «el sueño», pero nos abstendremos de señalarlos, si hoy nos estamos refiriendo a esta obra, no es para ocuparnos de los aspectos eróticos, sino debido a un hecho absolutamente insólito, que tuvo que ver con esa obra maestra a comienzos de octubre del 2006.

Desde la subastas de christie’s mencionada mas arriba, y en los tres años siguientes, la obra se negocio varias veces triplicando su valor, esta termino en manos del multimillonario norteamericano Steve Wynn, quien a su vez la puso en venta por la fabulosa suma de 138 millones de dólares.

Wynn, quien es un magnate de los casinos en Las Vegas, de inmediato consiguió a un comprador, y la transacción se llevó a cabo exitosamente pero entonces ocurrió lo inconcebible, Winn eufórico se encontraba mostrando a varios amigos algunos de los detalles del cuadro, y de como Picasso había puesto en el, ciertas alegorías sexuales.

Inexplicablemente uno de sus dedos chocó con tal fuerza contra la tela, que le abrió un agujero justo en el sitio donde la imagen de Marie Therese, entre cruza sus manos. El estupor entre los presentes fue general y el multimillonario soló atinó a decir: “diablos mira lo que he hecho, menos mal que fui yo mismo.

Ante la consternación general, la noticia sobre lo ocurrido, se regó por todo el mundo del arte, y la historia completa del insólito accidente que dañó a una de las más célebres pinturas de Picasso fue publicada en la muy leída revista, The New Yorker.

Como excusando la metida de pata del plutócrata hotelero, un portavoz informó a la prensa que Steve Wynn parece que sufre de retinitis pigmentosa, enfermedad de la vista que afecta a su visión periférica.

Ignoramos que opino el coleccionista que recién había comprado esa obra maestra, al enterarse de que le habían abierto un agujero a su millonaria adquisición.