A finales de 1988, el barco atunero Virgen del mar, al mando del capitán Emilio Bertónes, oriundo de Tumbes, Perú, fue volcado por una ola gigante como a 35 kilómetros de la costa, a duras penas, él y otros tres marinos, lograron aferrarse a un pequeño bote salvavidas que había quedado invertido, por causa de la tormenta.
Durante casi tres días permanecieron así, demasiado agotados para enderezarlo, y atormentados por la sed, hambre, y un sol inmisericorde. Fue al atardecer del tercer día, cuando sucedió algo aterrador, lentamente comenzaría a surgir ante ellos una imagen de pesadilla, nada menos que la de un casi , calamar gigante con tentáculos mucho más largos que los de un pulpo y reconocido por su voraz agresividad.
La aparición de el legendario Kraken seria su salvación
Paralizados por el terror, aquellos náufragos sabiendo que vivían sus últimos momentos, no se atrevían ni a respirar, mientras aquel monstruo de las profundidades lentamente comenzaba a acercarse, a pesar del pánico que les invadía, notaron casi a nivel del agua, como unos ojos enormes y penetrantes parecían mirarles con fijeza.
Repentinamente tres de los tentáculos de el legendario Kraken, comenzaron a emerger del agua, y los aterrorizados marinos se encomendaron a Dios, pues sabían que estaban a punto de ser arrastrados al abismo, pero ocurrió entonces algo totalmente asombroso, aquellos tentáculos más bien se posaron en la quilla del bote invertido, y ante la total incredulidad de los tres hombres, que se habían apartado instintivamente de la embarcación, comenzarían a presionarla hasta enderezarla.
Luego, y sin dejar de mirar fijamente a Bertones y sus compañeros, aquel calamar gigante se fue apartando del bote hasta desaparecer bajo el agua. Atónitos, y pensando que deliraban, los náufragos permanecieron durante un buen rato apartados de la embarcación.
Al fin uno de ellos, se atrevió a nadar hasta ella, los otros le siguieron, y una vez a bordo comenzarían rápidamente a achicar el agua que inundaba su interior, mientras miraban recelosos hacia el sitio donde había desaparecido el legendario Kraken.
Una historia difícil de explicar
Ya era casi de noche, cuando fueron avistados por una corbeta de la armada peruana, cuyos oficiales al escuchar aquella historia de un calamar gigante, el cual les había salvado la vida enderezando el bote, se burlaron abiertamente, razón no le faltaba, pues el casi mítico Kraken, aparte de ser muy agresivo, pocas veces emerge de las gélidas profundidades en mares nórdicos, que son su hábitat natural.
Igualmente escépticos, se mostraron ictiólogos y biólogos marinos, quienes supieron del fantástico relato, pero luego cambiarían de parecer, ya que al ser examinada la parte inferior del bote en un astillero naval, fue posible distinguir allí las marcas dejadas por las ventosas de los tentáculos sobre la madera.
Eran visibles debido a que su potente succión, evidentemente había desplazado en los sitios donde se aferraron, a cientos de crustáceos y parásitos marinos adheridos allí, Las huellas de inequívocas características, indicaban que enormes tentáculos de gran fuerza, capaz de enderezar un bote se habían apoyado allí.
Lo que resulta imposible de explicar es, que una criatura marina con su reputación como el legendario Kraken, lejos de atacar a los náufragos que se aferraban al bote invertido, más bien lo volvió a su posición correcta con la fuerza de sus tentáculos.
“Juro por mi honor que es totalmente cierto lo que hemos contado”, declaró el capitán Bertones a la prensa, añadiendo, “cuando apareció nos creímos muertos, pero enderezó el bote, y allí están las marcas para demostrarlo”. Según los expertos, y de ser eso verdad, se trataría de un caso único en los anales del mar.