Joyas y monedas, asi germinaban las plantas del tesoro.

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Algo difícil de creer, germinas plantas con monedas y joyas.

Era un sueño hecho realidad, algo así como la culminación de un cuento de hadas, ocurrió en julio de 1987, y mientras Elech Wuachosky, un modesto jardinero trabajaba en cierto huerto de Wroclaw en el sector oeste de Polonia, inesperadamente su azadón tropezó con algo duro que parecía ser metálico, “sera alguna vieja herramienta bajo tierra, se dijo.

Pero no, mas bien era un grueso terrón cubierto por una costra de barro sumamente rígida, al romperla en su interior estaban incrustadas varias monedas de oro y plata, así como un pequeño lingote del mismo metal.

Con la esperanza de encontrar algo más, siguió excavando sin descansar, y a medida que lo hacía seguían apareciendo otras monedas del auro metal, eran tantas que ya no cabían en sus bolsillos, así que habilito un pequeño saco de lona, pero aun este resulto insuficientes, y debió conseguir otro.

Bien entrada la noche, y tras haber recogido la totalidad de aquella insólita cosecha de riquezas, el jardinero polaco tenía en su poder unas siete mil piezas de oro y plata, eran de todas las denominaciones y procedencia la mayoría polacas pero también checas, alemanas del siglo XI, así como británica de aún mayor antigüedad.

Buscadores, estafadores y relatos, las plantas del tesoro

Al correrse la voz de aquel hallazgo, el huerto fue literalmente arrasado por una turba ansiosa de recoger algo de aquel tesoro que Elech Wuachosky había desenterrado, todos con la esperanza de encontrar lo que se le hubiera escapado al afortunado jardinero.

Pero luego, los pillos que nunca faltan, lograron convencer a muchos de que la tierra en aquel huerto, poseía propiedades especiales para que el oro y plata enterrados allí durante la luna llena germinarán como las plantas del tesoro.

Así cueste creerlo, muchos ilusos enterraron en el sembradío sus valiosas prendas y monedas de oro durante el plenilunio, confiando en que al mes siguiente dichas prendas hubiesen germinado multiplicándose, obraba a favor de los estafadores, una arraigada creencia que existía desde la antigüedad, y hasta bien entrado el renacimiento, de que el oro constituía materia orgánica capaz de crecer y desarrollarse tal como las plantas.

En el libro «relatos milagrosos», atribuido a Aristóteles, se aseguraba que, citamos: “de sembrarse un trozo de oro puro en terreno adecuado y con abonos especiales el precioso metal germinará tal como lo hacen las plantas.

Si existen, y tienen oro y joyas, pero tiene su razón

Narraciones históricas de la edad media, hacían hincapié de que en viñedos a lo largo del río Danubio, así como el Sena y el Rim, de vez en cuando aparecían vástagos y tallos con hojas de oro purísimo, tales fantasías que circularon por toda Europa, y tuvieron cierta vigencia incluso en épocas modernas, se basaban en un hecho verídico.

Debido a la turbulencia geo política, que de manera crónica afectaba a la región centro-europea, los nobles y terratenientes acaudalados, solían enterrar en jardines y terrenos cercanos a sus residencias, fortunas en oro, joya, plata, e incluso orfebrería, para así evitar que cayese en manos de, facinerosos mercenarios y soldados amotinados.

Quizás los propietarios morían asesinados, o tenían que emigrar apresuradamente, dejando atrás aquella fortuna que permanecían enterradas durante décadas, e incluso siglos. Con el tiempo y quizás por casualidad, alguna raíz se enredaba en piezas como cadena o bolsos metálicos conteniendo joyas y monedas, y eventualmente las empujaban hacia la superficie, creando las plantas del tesoro

 

A partir de entonces sólo era cuestión de tiempo, o de suerte como en el caso narrado aquí, hasta que alguien las descubriese y terminara de desenterrarlas, dando pie a si, a esas leyendas de piezas de metales preciosos, o monedas de oro y plata que germinaban igual que las plantas.