Una brecha de tiempo abierta en el mar

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Una brecha de tiempo abierta en el mar, es la historia de algo insólito

Medianoche 17 de octubre de 1757, una nave corsaria francesa en aguas del océano pacífico cerca de las costas de california, es envuelta por un denso banco de niebla, durante 20 minutos navega a ciegas, hasta que súbitamente el vigía hace sonar la alarma, de forma tan insistente que todos incluyendo al capitán François De Jeune acuden a cubierta.

Al principio la niebla les impide distinguir nada, pero casi de inmediato la densa cortina blanca se disipa un poco, permitiéndoles divisar algo que se acerca con luces tan brillantes como soles, el capitán De Jeune, ordena a oficiales y tripulación que adopten posiciones de combate para repeler a «eso», que navega recto hacia ellos.

Es tal la sorpresa y estupor que reina en la embarcación, que todos permanecen inmóviles, viendo como aquello que se les viene encima con gran estruendo y centelleantes luces, parece ser una nave de hierro. Posteriormente uno de los marinos llamado Esteban, juraría haber divisado en la parte superior de la quilla metálica -la cual cortaba las aguas a increíbles velocidad-, letras y números.

Lo que ven unos, lo ven los otros, en una brecha de tiempo abierta

Octubre de 1942, diez meses después del ataque a pearl harbor, el destructor norteamericano USS Kennison, patrulla las aguas más allá del puente Golden Gate en las costas de california, justo a la medianoche del 17 de octubre, la nave de guerra queda envuelta en un espeso banco de niebla, súbitamente el intercomunicador cobra vida con la voz del vigiá de primera clase Jack Cornelius, de guardia en la torre central, quien ordena dirigir todos los reflectores hacia babor.

Allí y gracias a un fugaz claro en la niebla, contemplan algo totalmente absurdo, un antiguo navío con pendones colgando de sus mástiles, y armada con arcaicos cañones. En su cubierta deslumbrados por los reflectores, inmóviles como estatuas varias figuras les miran estupefactos.

Todo lo que ocurría seria un breve encuentro, en una brecha de tiempo abierta

Aquel inconcebible encuentro no duraría más de 30 segundos, ya que el piloto alertado por Cornelius, realizó un brusco viraje para no embestir a la frágil embarcación, todos se preguntaban: ¿que vieron aquellos marinos del destructor norteamericano?, el curioso encuentro fue reportado por el comandante del Kennison, con hora fecha y posición exacta, también anexo una detallada descripción de la antigua embarcación.

Por otra parte, que fue lo que vieron a su vez los asombrados tripulantes del navío francés, aquella medianoche de un 17 de octubre, pero en el año 1757, se abriría acaso una fugaz brecha de tiempo aquella medianoche, permitiendo que dos tiempos se juntasen, y las tripulaciones de un corsario francés del siglo 18, y un destructor norteamericano del siglo 20, cruzarán alguna barrera para encontrarse dentro de un vacío temporal.